Luis Llorens Torres

Fauna y Eros en los Sonetos sinfónicos y en Alturas de América de Luis Llorens Torres, por Iris Miranda  (Pulbicado en la revista Poly Technê de la Universidad Politécnica de Puerto Rico Vol.  I, no. 1, 2005.)

 

 

 

 

Si la belleza, cuyo logro es un rechazo de la animalidad, es apasionadamente deseada, es que en ella la posesión introduce la mancha de lo animal. Es deseada para ensuciarla. No por ella misma, sino por la alegría que se saborea

en la certeza de profanarla.

Georges Bataille

 

Desde el momento de salir a la luz la poesía de Luis Llorens Torres, surge la imposibilidad de la crítica de valorar al poeta, en su totalidad, con una perspectiva abierta que incluyera su lírica erótica. Esta misión será continuada posteriormente por la crítica actual que verá en Luis Llorens Torres un poeta controversial, de tenso equilibrio entre el dominio del verso y el ritmo, la visión apasionada y erótica de su entorno. Hemos seleccionado varios poemas de dos de sus poemarios: Sonetos sinfónicos publicado en el 1914 y Alturas de América publicado en 1940 sobre los cuales trabajaremos la presencia del Eros, exclusivamente, en las imágenes de animales. Aplicaremos, como fuente teórica El erotismo(1) de Bataille con alguna consideración local cultural, si fuera necesario, y complementaremos los comentarios con el Bestiario medieval (2). Dividiremos el estudio en dos partes: zoología erótica pura y zoología erótica criolla.

Llorens erótico y criollo

Llorens profesó su arte poética a través de lo que llamó pancalismo y panedismo (belleza y ritmo subordinado a la idea) en un intento original de romper con el modernismo, y nos legó una frase con ella en la “Poética del porvenir” de los Sonetos Sinfónicos: “La belleza es la compenetración de la carne con el espíritu de las cosas.” (p.91) Este postulado requiere que prestemos atención a lo que sugiere en sí mismo de semejanza a lo que conocemos hoy por erotismo, por lo que sugiere de violenta fusión de opuestos:

Podemos decir que el erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte.[…]La actividad sexual reproductiva la tienen en común los animales sexuados y los hombres, pero al parecer sólo los hombres han hecho de su actividad sexual una actividad erótica, donde la diferencia que separa al erotismo de la actividad sexual simple es una búsqueda psicológica independiente del fin natural dado en la reproducción del cuidado que dar a los hijos.”(p.15)

La belleza (o el erotismo) es, pues, el placer que surge del coqueteo entre la carne y el espíritu, la vida y  la muerte, la angustia y la culminación del deseo. Y es aquí donde nos golpea fuerte la producción lírico-erótica o lírico erotizante del poeta, en este lindero fascinante desde donde hoy nos unimos a otros críticos para reconocerlo.

El escritor, fue consagrado por la crítica primera como el poeta de Puerto Rico por la abundancia del tema criollo local e hispano-americano tratado con intensidad o pasión lograda. No obstante, esta crítica apunta la presencia del tema erótico a veces como parte de la gozosa virilidad del poeta y otras como un “sobrante de sexo fuerte”; otros críticos, simplemente, lo ignoran. En lo que toda la crítica concuerda es en la pasión de su lírica. Irónico, pues la gran poesía no reflejaría tal pasión sin que ocurriera una transgresión de lo que se versa, visto desde el punto de vista de un erotismo de la palabra.  Por ejemplo, Doña Josefina Rivera de Álvarez al hablar de su producción poética la nombra “zafra lírica”(3) cual si sus versos nacieran de esa acción violenta de la cosecha de la caña; y, un poco más de lejos y sobre  Al  pie de la Alambra (1899), Blas Zambrano en el mismo año de 1899, uno de sus primeros críticos, emplea una imagen perturbadora pero acertada sobre estos versos: “la delicadeza unida a la energía, la dulzura del fuerte, recuerda a uno la figura bíblica de aquel panal, de miel dulcísimo, construido en las poderosas mandíbulas del león”(4) por mencionar solo dos ejemplos.

Para finales de siglo XX, Noel Luna se une a la relectura que propulsa Aníbal González en su artículo “Modernismo, erotismo y retórica en Luis Llorens Torres”(5) que revalora desde lo erótico la lírica del poeta: “Coincido parcialmente con González, pero cuestiono la división categórica que hace entre poemas heroicos, jíbaros, ‘donjuanescos y eróticos’. Muchos textos de Llorens participan a la vez de las cuatro categorías.” Coincidimos con Luna en que el erotismo que abunda en su poesía criollista es un modo de afirmar en el poeta de manera general, sus orígenes, su identidad.  Por eso le puede brindar atributos sensuales y nombre de mujer a una palma en su poema “Palma bruja” o erotizar a un árbol que se lame coquetamente en “La Flamboyana”.

 

Hacia una zoología erótica pura

Llorens será erótico desde una perspectiva de justicia sexual que abraza la tensión propia del erotismo para verse en el otro como una realización plena de reconocimiento de su ser y de esa realidad que el desea restablecer. Como parte de ese proceso se inserta en la verbalización erótico- poética que descubre una sexualidad vivaz y plena sin menosprecio de la mujer, bien antes reconociéndole el mismo goce carnal desde su voz lírica masculina.

Como vimos anteriormente, el poeta, en su poesía criollista, genera un corpus poético compuesto por la flora y la fauna local, y entiéndase por fauna local los animales domésticos traídos a Puerto Rico y los usados en los medios de producción de la tierra, pero también empleará animales domésticos o exóticos para expresar lo sensual en poemas que no son criollistas.

Tomemos el primer ejemplo, el poema de Alturas de América. Pero antes hagamos una aclaración en cuanto al siguiente poema que es pertinente, a mi juicio, porque Llorens tiene un aspecto poco estudiado, el empleo del buen humor. Como hombre que vive la cultura de su tiempo, Llorens, en el siguiente poema, afirma su parecido con el llamado animal sexual del mejor amigo del hombre haciendo alusión indirecta al dicho popular de que “los hombres son como los perros”:

Mi perro

Los ojos de mi perro me miran y me hablan.

Yo se cuanto me dicen los ojos de mi perro.

No entiendo sus ladridos. Ni él entiende mis voces.

Pero se que me quiere. Y él sabe que lo quiero.

Sólo de corazón a corazón hablamos.

[…]

Más, si el hambre lo aprieta y comida le arrojan,

ni escucha ni obedece ni reconoce dueño.

Y si el amor lo hinca, al captar la lejana

llamada de la perra, pierde todo respeto.

Y yo, ¡bah!, lo perdono… Porque en aprietos tales

los hombres somos mucho más perros que los perros. (p.176)

Este simpático poema refleja, sin embargo, un serio postulado del erotismo:

 

El erotismo, como dije, es, desde mi punto de vista, un desequilibrio en el cual el ser se cuestiona a sí mismo, conscientemente. En cierto sentido, el ser se pierde objetivamente, pero entonces el sujeto se identifica con el objeto que se pierde. (Bataille, p. 35)

Hay, sin lugar a dudas, una identificación de la sexualidad animal con la voz lírica masculina en los últimos versos de este poema, que si bien no responde al contexto específico de erotismo humano, corresponde en cuanto a reconocimiento abierto de una otredad específica, la animalidad humana básica. Complementamos con un comentario adicional, según el Bestiario medieval de Ignacio Malaxcheverria:

…captar plásticamente a los animales es para el hombre hacerse dueño, en cierto modo, de todo aquello que desea y no puede realizar. De tal situación se deriva una relación de inferioridad y a la vez de superioridad con respecto al animal. (p.14)

Lo que se desea y se expresa a través de la figura del animal, dice Malaxcheverria, cambia según el contexto socio cultural, por lo cual exponemos aquí la idea de hacerle un bestiario a Llorens. Una labor que retomaríamos más adelante, si las circunstancias lo permiten, considerando toda su obra lírica.

A falta de un bestiario lloreniano, comenzaremos a trabajar los animales relacionados al Eros, presentados aquí por su contexto intra-poético o por su relación con otras apariciones en otros poemas, privilegiando, sobre todo,  el mensaje del texto en los dos poemarios que nos ocupan.

El perro es un animal doméstico que por lo general simboliza lealtad, un valor lejos de los temores que representan los animales míticos o salvajes en los bestiarios tradicionales. El perro, como señala el poema, es un animal con el cual no es posible una comunicación verbal, pero si de “corazón a corazón”. En este sentido observamos el reconocimiento de un lenguaje primario que no descansa en la acción racional lingüística a la par con la equiparación de la voz lírica masculina al comportamiento sexual del animal como una aceptación de los atributos del imaginario.

Observemos el próximo poema de Sonetos sinfónicos en el que interviene como primera figura una mujer, comparada con una gata, masturbándose mientras un perro la lame:

Eva vencedora

Bajo la lujosa araña de plata

y sobre los edredones del sofá

te lames a ti misma como una gata

que runrunea su pavor de Mustafá.

Ondulas y te desgoznas con ritmo aristocrático.

Y tu pie a veces marca un más allá,

donde en su más hondo mirar errático

se retuerce la mirada de Mustafá.

Te abres y te cierras como un abanico frondoso

de plumas y encajes en un pecho oloroso,

o como una mariposa en el sofá;

mientras al suave y tibio rescoldo de tu sombra,

y anclado en el vellón de la alfombra,

te lame humildemente tu perro Mustafá. (p.132)

En ambos poemas, hay un ambiente doméstico tanto como los animales mencionados: gata y perro, lo son. Animales, que a pesar del espacio doméstico que comparten, son enemigos naturales; por lo que señalamos una transgresión propia del acto erótico cuando en la comparación de la mujer como una gata temerosa del perro y del perro como la voz lírica masculina, cuya mirada está a la altura entre la lámpara y el sofá observando con humildad el cuerpo de la mujer, el perro se hace partícipe con la acción de lamerla del acto sexual realizado por ella. El mero hecho de que Llorens en el 1914 haya publicado un poema sobre este tema es más que suficiente para que sus críticos admiradores se hayan escandalizado, principalmente, las féminas. El contexto socio cultural de la mujer en Puerto Rico al igual que en muchas partes del mundo no admitía y aún no admite, tanta verdad; por lo que el valor feminista que exhibe un poema como éste no sería valorado sino hasta estos momentos.

La mujer en estos versos del poeta así como el hombre son comparados con animales domésticos. La gata en el contexto poético es símbolo del poder sexual de la hembra. (6)

El título “Eva vencedora” es un atentado contra la oficialidad. No se trata de una Eva condenada,  pecadora y exilada del paraíso, sino una Eva segura de sí misma y del poder de su sexualidad, que se superpone a la del canino, una Eva que como salida del espejo al universo poético lloreniano, el poeta vestirá de plumas, precisamente Eva=ave. El ave es una imagen erótica femenina recurrente en Llorens. Veamos el próximo poema:

Tu carne

Y de repente. ¡Tú! Aquella tarde. Cuando mis ojos se alejaban

tras una vela que en la bahía rozaba el mar.

Y del éxtasis en que mis pensamientos se anegaban

despertome el ruido de tus alas al llegar.

Y la nueva estrofa que para ti pulía

voló y volvió a su fuente de cristal.

Y ofrendándote el incienso de una vieja y galante poesía

besé y olí la carne de tu mano virginal.

¡Oh, Carne, eres el barro del hombre, el mármol de la mujer

y la vasija de todo viviente ser:

fuiste en la aurora del mundo amasada por el Creador

y sus manos te dieron la vida y el calor:

quien te besa y te huele se embriaga en la fragancia prístina

que aún conservas de la mano divina! (p.133)

En el poema no sólo se trata a la mujer como un ser alado, sino que la voz lírica alaba el objeto inmediato del placer, recordándole su origen divino, que al emplear los sentidos del tacto y el olfato recuerda el perfume de la mano del Creador.  La mujer, como ave, tiene en este poema una connotación de libertad, de búsqueda y encuentro de su propio placer y de una fuerza poderosa en tal manera que interrumpe el proceso creativo de la voz lírica, provocando la aparición de un segundo , la carne en sí misma como objeto de placer erótico que transgrede la divinidad.

El siguiente poema también nos presenta a la mujer como un ave migratoria que se aleja del amado contra su voluntad, abandonando el espacio erótico:

Arco Iris

Mi brazo duerme sobre el plumaje de tu cuello.

Huelo tu carne de hembra y oigo tictear tu corazón.

Mientras la negra cascada de tu cabello

lame en la alfombra la cabeza del león.

Esbelta en tus más sabias esbelteces,

te miro toda echada junto a mí

en este lecho donde tantas y tantas veces

el incieso de mi pasión te encendí.(7)

Ahora más que nunca te palpo y te veo

y es ahora cuando más te alejas

de la luz con que te bañó siempre mi deseo.

Te alejas contra mi voluntad.

Vuelas de mi corazón. Me dejas.

Y te vas a lo más lejos: a la realidad. (p.134)

El poema refleja la pérdida del objeto amado cuando ya no se le puede tener y surge un regreso e o el vuelo de partida que desde su corazón a la realidad, a lo más lejos, hace la amada.

Salido del espacio doméstico a uno mítico- moderno, frenético a la velocidad de la máquina, el Eros lloreniano nos presenta un no menos poema agitador como el de “Eva vencedora”, en el poema que insinúa una orgía o trío sexual entre el conductor de un auto y dos mujeres:

Letitia y Margarita

Letitia y Margarita. Y el auto, que volaba.

Y el diablo de la carne quemando que quemaba.

Y cuanto más mi labio la sed les apagaba

más ardorosamente la sed las abrasaba.

Centauro bociando por curvas alamedas

volaba en las vialácteas del polvo de sus ruedas.

Y la silente brisa de aquestas noches ledas

de junio les braveaba en el auto a las sedas

y a los encajes y a los negros rizos y aureos rizos:

de Letitia los negros, de Margot los pajizos:

aurora y noche en transustanciación de hechizos.

Juntaron sus cabezas en una misma cuita:

los astros se anegaron en la noche infinita…

Y a un tiempo me besaron, Letitia y Margarita. (p.142)

La tensión erótica en este soneto se construye sobre la imagen del auto que marcha a velocidad rápida, vertiginosa, peligrosa, que contrasta con los encajes y suaves sedas del atuendo-deseo de Letitia y Margarita. El poema describe un encuentro sexual, una cita para tres de la que participan las féminas voluntariamente sin comparárseles con ningún animal. Observamos que las amadas ejemplifican los opuestos de luz y sombra unidos en un deseo, besarlo. Sin embargo, es la voz lírica masculina la que sufre cambio, se metamorfosea sin necesidad del nexo comparativo y el conductor es Centauro que va como llevado por el diablo que lo quema y el auto se convierte en Centauro que se eleva al espacio sideral en un vuelo que es un hechizo o la lujuria, pues auto y conductor se funden en la dualidad de la figura del Centauro, mitad hombre y mitad caballo. El centauro corresponde en el Bestiario medieval al hombre que tiene dos almas y es indeciso en sus obras (p.188).

Hasta el momento podemos observar el Eros en los siguientes animales a la luz de los poemas estudiados: En la voz lírica, el principio masculino a través de: el perro y el centauro con los que se compara y se confunde respectivamente, pero siempre dentro del disfrute de su sexualidad; y en lo femenino, la gata y las aves de vuelo suave y alto como comparación con la mujer y su poderío sexual y su elección de quedarse o marcharse.

 

Hacia una zoología erótica criollista

La crítica de Llorens sí ha destacado la perspectiva erótica de su obra criollista, la erótica del paisaje y de la mujer como la hembra pasiva, por lo que resultaría redundante tomar la misma ruta. En esta segunda parte, privilegiaremos el uso erotizante de los animales en el tema o motivo criollo.

Melena al viento

Enfurecido en cólera de manchas de jaguar

Tu pelo al viento y el resplandor solar.

Tu pelo al viento, como bajo el ciclón la palma,

es el mejor ramaje del halcón de mi alma.

Yo acunaré mis garras sobre tu cabellera

que el tigre no le tiene temor a la pantera.

[…]

Tibia cola de tigre de cálida llanura;

dulce pelo de cabra de la montana pura.

[…]

Tus cabellos, rebeldes al unto y los peinados,

son reses montaraces que brincan los cercados.

[…]

Tus cabellos son franjas que el sol las vuelve rojas,

y tu faz es el triángulo que azulan tus congojas,

y tu boca es la estrella en que tu te deshojas:

¡bandera del patriótico afán puertorriqueño,

luz en la desvelanza de mi más hondo ensueño,

crin en el rocinante de mi más alto empeño! (p.133-4)

El cabello de la mujer es el elemento de base para las transformaciones animalescas dirigidas a un Eros particular. Las imágenes del texto van de lo dinámico de la excitación erótica que le produce la cabellera a lo pasivo y “bucólico” de la evocación del momento erótico que culmina en la imagen hípica de la bandera.

La voz lírica masculina de este complejo poema se metamorfosea en halcón y tigre, y cola de tigre cuando posee a la mujer. Mientras que la mujer, a través de su pelo, se erotiza en formas de jaguar, pantera, cabra y reses montaraces así como en maleza, pasto, palma, árbol, paño de lágrimas y finalmente en la bandera de Puerto Rico la cual compara con la crin o cabello de la cabeza del rocinante. Toda una intrincada imagen entre Eros y Patria.

Resalta el empleo del animal salvaje, no doméstico y además lejano al lar patrio. Observemos un momento el Bestiario en cuanto al significado de los salvajes felinos tigre y pantera:

Existe un animal llamado tigre, que es una variedad de serpiente. Esta bestia es de tal naturaleza, tan feroz y cruel, que ningún hombre vivo se atreve a acercarse a ella. (p.79)

La pantera es una bestia muy bella a manchas negras y blancas, y vive del siguiente modo: de su boca brota tal perfume que, cuando ruge todos los demás animales que hay en los contornos vienen ante ella, por el gran placer que les produce el aroma que emana de su boca, a excepción de la serpiente, que huye cuando la oye rugir. Y cuando los demás animales han llegado ante ella, atrapa a los que más le agradan y se los come… (p.98)

El mensaje del poema está sostenido de la poderosa fuerza y agilidad, mental y corporal, de estos animales. Podríamos decir, que se parte de los atributos sexuales de la carne salvaje, presentes en la cabra y en las reses también, para exaltar el espíritu de su ideal político.

La aparición del espacio selvático llega a través del sueño “En mis horas de siestas tropicales…. Lo onírico invade el espacio doméstico que se violenta, por lo tanto, no tan sólo en esa fauna lejana y ágil, sino en todo el universo inter-textual del poema que incluye alusiones mitológicas propias del modernismo.

En su poema “Copla mulata” de Alturas de América, la mujer es comparada con una potranca cuya mezcla racial, ibero antillana, la hace más atractiva a la voz lírica: “…Esta semisalvaje mediasangre,/merece que la corra a todo escape…” y termina: “hecha para subir sobre ella en pelo/la cuesta de la noche a la mañana;/digna de ensangrentar en sus hijares/mis espuelas de plata.” (p.135) en estos últimos versos Llorens refleja el comportamiento social de la época del orgullo del hombre por mantener a su mujer. La mujer-potranca es vista indudablemente en este poema como objeto de satisfacción sexual, como un valioso premio al trabajo del hombre.

De un delicado lirismo es el siguiente poema que nos ocupa:

Mi yunta de bueyes

Sonríe el sol sobre la granja que da principio a las faenas.

¡Qué macha mi yunta de bueyes que rompe el virgo de la tierra (8)

y la rotura hasta el subsuelo y abre los surcos en las eras!

Hoy son los bueyes color ceniza, ayer toros color candela.

Ambos ensanchan las narices al vaho sensual que desentierran.

Mi yunta de bueyes, ¡qué macha!

Mi yunta de bueyes, ¡que bella!

[…]

Una hermosa imagen empleada por el maestro para exaltar la simbiosis de sexualidad del animal con la tierra y la empatía final del sol sin el cual la tierra no daría fruto. El sol toma también aspecto de buey o animal de trabajo:

[…]

Se muere el sol en el ocaso. Ya la semilla está en las eras.

Los dos bueyes, que ya descansan en la penumbra de la huerta,

miran al sol que aró en el día el mar azul de auras y nébulas.

El buey sol, que a su vez los mira, en el ocaso se babea.

Y de los tres bueyes caen  hilos de oro y plata sobre la tierra.

Mi yunta de bueyes, ¡qué macha!

Mi yunta de bueyes, ¡qué bella!

El buey en el texto es el principio sexual reproductivo y básico, reflejo de la economía del Puerto Rico de su época como una economía agraria. (9)

En las décimas criollas “Mariyandás de mi gallo”,  la voz lírica destaca la virilidad del gallo hasta llegar a versar Gallo que los tiene azules”  en franca alusión al dicho boricua de que “Ese los tiene azules”, es decir, que tiene bravura y valentía para enfrentar situaciones difíciles, en el sentido positivo del refrán.  Una bravura que tiene un propósito, una lucha:

Desafío

Gallo que los tiene azules

es el que los sueños míos

ensueñan en desafíos

que el campo tiñan de gules.

Que su plumaje de tules

la lid desfleque y desfibre.

Y que cuando cante y vibre,

al lanzarse a la pelea,

su canto de plata sea:

¡viva Puerto Rico libre! (p.144)

En el artículo de Héctor Andrés Negroni sobre la figura del gallo en Llorens, se señala su importancia como un símbolo de la virilidad y la combatividad puertorriqueña, símbolo de Puerto Rico. También menciona a la gallina como su contrapeso femenino, pero vista desde la perspectiva machista de la mujer que cuida a los hijos. (10)

Los animales empleados en esta segunda parte son: en la voz lírica masculina, el halcón, el tigre, el caballo, el buey y el gallo; y en el principio femenino, el jaguar, la pantera, la cabra, la res salvaje y la potranca. Aclaramos que por lo limitado de este estudio no podemos llegar a juicios contundentes, dada la extensión de su obra lírica.  Pero coincidimos con la crítica general sobre el tratamiento de los animales como símbolo de lo patriótico.

Fauna y Eros son en Llorens, una pareja empleada como reflejo del fervor, la pasión, la fuerza y el empuje de un poeta enamorado de su tierra que sin miramientos se vale de su erotismo para poetizar, a través de lo animal, su visión de un Puerto Rico, no solo libre del coloniaje, sino libre de sí mismo, de los prejuicios que lo aprisionan.

La calidad lírico-erótica de la poesía del poeta de Collores, la exaltación en estas últimas décadas de su erotismo, es un acto de justicia, aunque algo tardío, y es una ventaja que puede aprovechar la academia para que la generación actual de estudiantes – ya lejos de la realidad jíbara, pueda seguir disfrutando de uno de los mejores poetas del suelo patrio.

 

 

 

 

Notas al calce

  1. Georges Bataille, El erotismo. En adelante citaremos del texto colocando el número de la página al final de la cita o comentario.
  2. Bestiario medieval, introducción por Ignacio Malaxcheverría. En adelante citaremos del texto colocando el número de la página al final de la cita o comentario.
  3. Josefina Rivera de Álvarez, Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo. , p.265.
  4. Blas Zambrano, “Al pie de la alambra” en El Heraldo Granadino, 29 de nov. 1899., p.1.
  5. Citado en: Noel Luna, “Paisaje, cuerpo e historia: Luis Llorens Torres.”, p.60.
  6. Edgar Martínez Masdeu, en su excelente artículo sobre la lucha poética del abogado contra las leyes injustas especialmente contra los hijos habidos fuera del matrimonio, Mujer, hijos y ley en tres poemas de Luis Llorens Torres, menciona el poema olvidado o mal valorado por la crítica “Zapaquilda”, un poema de tradición fabulística en el que una gata, que representa a la mujer sin inhibiciones sexuales, ha sido usada por muchos gatos y tiene un hijo que no se sabe quien es el padre: “Cuando los gatos, contrario a los hombres, asumen la paternidad colectiva, en acto de suprema responsabilidad por la consecuencia de sus actuaciones, Llorens está exigiendo la reivindicación, el reconocimiento y los derechos para una criatura víctima inocente de unos estatutos irresponsables y discriminantes. Cuando exige la reivindicación del hijo, exige la de la madre, y por lo tanto la de la mujer.” p.89-90.
  7. Endentemos que por falta tipográfica el verso dice “el incieso…” cuando debe de leer “el incienso”.
  8. El subrayado es nuestro.
  9. En el artículo de Héctor Andrés Negroni, “El gallo en la poesía de Luis Llorens Torres” se destaca el empleo de los animales en su lírica resaltando el fervor del poeta por su tierra. Alude el crítico a Voces de la campana mayor frecuentemente. Establece una relación entre el buey sol y el gallo sol en otros poemas. p.30.
  10. Ibid., p. 30.

 

 

 

 

 

Obras estudiadas

Llorens Torres, Luis.  Alturas de América, San Juan de Puerto Rico, Cordillera, 1973.

Llorens Torres, Luis. Sonetos sinfónicos en Obras completas: Tomo I, San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1967.

Bibliografía general

Bataille, Georges. El erotismo, Barcelona, Tusquets, 2002.

 

Bestiario medieval, Introducción de Ignacio Malaxcheverría, Madrid, Siruela, 2002.

Cohen, Jean. Estructura del lenguaje poético, Madrid, Gredos, 1984.

Corretjer, Juan A. “Un poeta con un destino”, El Nuevo Día, 8 de mayo de 1976., p.10-13.

Cruz Figueroa, Jorge de la. “El criollo de Collores”, La Toga, abril 1978, X, 1, p.48-49.

Luna, Noel. “Paisaje, cuerpo e historia: Luis Llorens Torres”, La Torre, UPR, 1999, 4, 11, ene-mar, p. 53-78.

Martínez Masdeu, Edgar. “Mujer, hijos y ley en tres poemas de Luis Llorens Torres”, Revista del Ateneo de Puerto Rico, sept.-dic., 1991, I, 3, p. 71-92.

Negroni, Héctor A., “El gallo en la poesía de Luis Llorens Torres”, Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, jul-sept. 1969, 44, p.27-32.

Ortiz, Nilda. “Dos amores en la poesía de Luis Llorens Torres: mujer y patria”,

Asomante, ene-dic 1974, XXVII,  vol. xxviii, 1-4, p.146-154.

Rivera de Álvarez, Josefina. Diccionario de literatura puertorriqueña. San Juan de Puerto Rico, 1970.

Rivera de Álvarez, Josefina. Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo, Madrid, Partenón, 1983.

Zambrano, Blas. “Al pie de la Alhambra”, El Heraldo Granadino, 29 de noviembre de 1899 (http://www.filosofia.org/aut/bza/mora093.htm), 4 de noviembre de 2003.


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